3. Salón de Banquetes – Lado oeste

Banqueting Room of Royal Pavilion

Imagen

Close up of dragon chandelier in the Banqueting Room.

Transcripción

Jorge deseaba impresionar a sus invitados, y este salón espléndido lo consigue todavía hoy, casi dos siglos más tarde. Después del sobrio vestíbulo y de la evocadora pero algo estrecha Galería Larga, entrar en el Salón de Banquetes es como adentrase en un mundo completamente nuevo. Y ésta era exactamente la intención del príncipe. El Salón de Banquetes, espectacular y teatral, es una lujosa celebración de una China imaginaria. Nuestros ojos se dirigen inevitablemente hacia arriba, primero hacia la magnífica araña, luego hacia el dragón tallado y plateado que la sostiene en sus garras y, finalmente, hacia el dosel de hojas de plátano. Si se fija, verá que hay hojas esculpidas debajo de las hojas pintadas. Es otro de los trucos visuales de Jorge, que incrementa la ilusión de profundidad.

Si echa una ojeada por todo el salón verá que en todas partes hay dragones, así como figuras orientales y motivos que continúan con el tema oriental. En la actualidad, dominan el rojo y el dorado, pero en tiempos de Jorge había también mucho plateado que, al pintarse y barnizarse tantas veces ha perdido lustre. El efecto general debía de ser incluso más deslumbrante de lo que es hoy. El Salón de Banquetes se utilizaba sobre todo por la noche, momento en que cobraba vida con la luz titilante de las lámparas de aceite que se reflejaba en las arañas, la plata y el oro de todo el salón. Imagínese, además, las grandes chimeneas a cada extremo con sus cálidos fuegos y el brillo de las cuatro lámparas de pie profusamente ornamentadas, que puede ver a cada lado de la estancia.

El salón fue decorado en 1817 por Robert Jones. Aunque se sabe poco de su obra de fuera del Pabellón, Jones fue sin duda uno de los artistas decorativos más versátiles y refinados de su tiempo. Realizó diseños para todos los ornamentos del edificio: arañas, carpintería, chimeneas de mármol, muebles, colgaduras, bronce dorado y pinturas murales. También incluyó en la decoración varios símbolos masones y, si se fija bien, en los doseletes que hay sobre las chimeneas, podrá ver animales fantásticos, cuerpos celestes y rayos solares. Todos ellos son discretas alusiones a la relación del príncipe Jorge con la francmasonería.

Jorge ofreció suntuosos banquetes en este salón, en los que se servían docenas de platos. Los festines duraban horas y, tras ellos, los invitados se retiraban a alguno de los salones que comunican con el Salón de Banquetes para jugar a cartas, escuchar música o bailar.

Regresaremos al Salón de Banquetes en breve, para saber más sobre las elaboradas cenas de Jorge.

Cuando esté listo, entre en la siguiente estancia y pulse el número 4.

Araña del dragón

 
Anne Sowden, artista decorativa y conservadora de objetos de cristal.

Estamos contemplando la araña central del Salón de Banquetes, que fue diseñada en 1817 por Robert Jones. La araña mide unos 9 metros de largo y pesa algo más de una tonelada métrica. Si empezamos por arriba, verá que justo debajo del techo de yeso en forma de cúpula hay unas hojas de cobre. Inmediatamente debajo se encuentra un dragón de madera tallada. El dragón mide por sí solo unos 3 metros y medio, e incluso su lengua está tallada en madera. Está recubierto con pan de plata y pintado con veladuras rojas y verdes que realzan el efecto de la plata. Y, luego, debajo del dragón, tenemos una maravillosa estrella espejada, que, de hecho, refleja la luz hacia abajo a modo de pantalla, hacia la mesa. En cuanto al resto de la araña, podemos ver seis dragones que parecen estar exhalando unas lámparas en forma de loto. Como el dragón principal, estos dragones son de madera tallada y plateada. Todos son originales. Y las lámparas que sostienen están realizadas en cristal moldeado y pintado. Originalmente, estaban pintadas de color carmín, un rosa intenso y vivo, con nervaduras verdes. Así que, de hecho, la araña tenía un aspecto mucho más suntuoso del que tiene hoy. La araña está formada por 15.000 lágrimas; lágrima es el nombre con que se designan cada una de las pequeñas piezas decorativas de vidrio que la forman. Originalmente, las arañas se encendían utilizando aceite, concretamente aceite de colza, en unos quinqués. Los quinqués eran lo último en iluminación en aquel entonces, y no tenían parangón en cuanto a la cantidad de luz que daban. Tanto es así que un invitado de la época describió el efecto de este salón como «un resplandor de diamante».

Plata Diplomática

A partir del siglo 17, los embajadores y demás diplomáticos que representaban a la Corona recibían una asignación de plata y de plata dorada, para que pudieran recibir a invitados en un entorno suntuoso cuando representaban a la monarquía en el extranjero. En teoría, se suponía que estas asignaciones adicionales debían devolverse al dejar el cargo. Pero, en la práctica, esto ocurrió raras veces y la plata, en particular, pasó a ser propiedad privada de los embajadores y diplomáticos.

Gran parte de la plata dorada del Salón de Banquetes, procede de la gran vajilla diplomática suministrada por los orfebres reales Rundell, Bridge and Rundell en julio de 1813 a Sir Charles Stewart, entonces embajador en Viena.

La vajilla suministrada a los embajadores se decoraba con el escudo de armas real. La plata dorada que vemos aquí presenta las armas de Jorge 3º en un lado y las del barón Stewart en el otro. Esto es poco habitual, pues las armas de la familia normalmente solo se añadían después de que la plata se hubiera convertido en una reliquia familiar. En este caso, Lord Stewart hizo fundir e incorporar sus armas en el mismo momento en que se encargó la plata dorada.